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Discapacidad se refiere a la condición de vida de una persona, que obstaculiza su funcionamiento intelectual, sensorial y motriz, afectando su desarrollo psicomotor, cognoscitivo, de lenguaje y socioafectivo. Estas limitaciones se manifiestan en dificultades para aprender, adquirir conocimientos y lograr su dominio y representación; por ejemplo: la adquisición de la lectura y la escritura, la noción de número, los conceptos de espacio y tiempo, las operaciones de sumar, restar, multiplicar y dividir.

La inteligencia es un proceso amplio que abarca una enorme cantidad de funciones de la mente humana, para lograr adaptarse a diversas situaciones. Para un mejor entendimiento del niño con discapacidad intelectual, se definirá inteligencia como la capacidad de una persona para adaptarse con éxito a situaciones determinadas. Sus componentes son los mismos para todos los niños: el análisis, la generalización, la síntesis, la anticipación, la planificación, la identificación de problemas, la manera de resolverlos y el pensamiento abstracto; sin embargo no todos pueden reconocer la existencia de problemas, hacer inferencias, seleccionar la nueva información, discriminar y aplicar esa información haciendo cosas parecidas.

La inteligencia de los niños con alguna discapacidad presenta diferencias significativas en eso componentes. Todos tienen actos inteligentes, es decir, todos piensan, pero no siempre cuentan con las herramientas para resolver problemas y dar respuestas adecuadas, que aseguren su adaptación exitosa a una nueva situación o a una nueva experiencia de aprendizaje; por ello, la conducta adaptativa se manifiesta con limitaciones significativas para funcionar en las actividades de la vida diaria.

 

La discapacidad intelectual puede presentarse en el ser humano antes del nacimiento, durante el parto o durante los cinco primeros años de vida, como resultado de altas temperaturas que producen meningitis y convulsiones, es decir, contracciones violentas e involuntarias que afectan el funcionamiento del cerebro; también por un traumatismo derivado de un golpe fuerte en el cerebro, que ocasiona diferentes formas y características de la discapacidad intelectual. Las discapacidades de tipo intelectual más comunes son:

Síndrome de Down. Se trata de una alteración genética ocasionada por la presencia de un cromosoma extra en el par 21, y se produce durante la división celular en el momento de la gestación, sin que alguno de los padres sea responsable de que esto suceda. Los niños con síndrome de Down presentan rasgos físicos similares, de modo que se parecen mucho entre sí, y enfrentan una condición de vida diferente, no una enfermedad. Tres características distinguen a los niños: bajo tono muscular, discapacidad intelectual y retardo en el lenguaje. Las alteraciones cromosómicas llevan el apellido del médico que las descubrió, en este caso el doctor John Langdon Down (en 1866); otros síndromes, los de Raid y West, aunque poco comunes, también conllevan discapacidad intelectual. Síndrome significa conjunto de características.

Hidrocefalia (cráneo demasiado grande) o microcefalia (cráneo pequeño). Son más visibles y también provocan discapacidad intelectual; sin embargo, es poco el porcentaje en que se presentan.

Hay niños que en su apariencia física no parecen sufrir problemas, pero manifiestan una discapacidad intelectual severa, moderada o leve en su aprendizaje, lenguaje, forma de relacionarse, atención, comprensión y retención, lo que se traduce en necesidades educativas especiales que requieren satisfactores adecuados al nivel de esas necesidades.

 

 

La escuela brinda atención educativa a través de programas que promueven el desarrollo integral del niño y que se enfocan a la adquisición de conocimientos, desarrollo de habilidades y destrezas, formación de hábitos de convivencia, de trabajo y de higiene, aprovechando la información que aportan los contextos social, cultural y comunitario.

Como promotora o instructor, desempeñas una función muy importante dentro del proceso educativo de cada uno de los niños, ya que orientas su interacción con el entorno y, por tanto, eres el mediador de su forma de comunicarse con los demás.

La familia y la escuela intervienen en la atención educativa del niño mediante experiencias de aprendizaje mediado. La mamá, el papá y los hermanos, en la casa, y la promotora o el instructor comunitario, en la escuela, son mediadores del aprendizaje de los niños; su función es hacer accesibles la información, los contenidos y los estímulos, de manera que tengan un significado para lograr su adaptación exitosa en los contextos escolar y familiar.

Para atender a los niños con discapacidad intelectual, toma en cuenta las siguientes recomendaciones:

• Crea un ambiente estimulante para que el niño participe, asuma responsabilidades, tome decisiones y sea capaz de elegir.

• Planea actividades individuales y altérnalas con la actividad en pequeños grupos o de la clase completa para favorecer la búsqueda, la comunicación y el respeto a los demás.

• Utiliza material concreto y variado que despierte el interés y la participación activa de los niños.

• Estimula, guía y alienta al niño en sus expresiones, y evita reprimirlo.

• Cuenta con una guía de actividades que conduzcan al niño a descubrirse, a manifestar su pensamiento y sus sentimientos; el adulto debe motivarlo a comunicarse con los demás

y ayudarlo para hacerse comprender.

Tu eficiente atención educativa debe ofrecer al niño con discapacidad intelectual los satisfactores especiales para eliminar las barreras de acceso al aprendizaje, lo que implica una relación de asesoramiento con el equipo técnico del programa.

 

 

Material didáctico

El material didáctico en los programas de intervención temprana se utiliza para favorecer el desarrollo integral del niño y estimular las diversas áreas de desarrollo, como la coordinación motriz gruesa y fina, el lenguaje, la socialización, la función cognoscitiva y la independencia personal.

Asimismo, debe adecuarse a las necesidades e intereses del desarrollo de cada niño para el logro de objetivos a corto y largo plazo, por lo que cualquier objeto puede ser un recurso si cubre el objetivo que se persigue; sobre todo si son cosas que se encuentran en casa. Incluso, un mismo juguete sirve para cubrir diferentes objetivos si se adapta y maneja correctamente.

A continuación se dan algunos ejemplos de materiales que los papás pueden elaborar con un poco de imaginación y creatividad:

Rodillo. Favorece el control de la cabeza, el apoyo en antebrazos, el movimiento de rodar, sentarse, gatear, pararse y caminar. Los diferentes colores y texturas con que se les forre estimulan la sensopercepción visual y táctil, el rodillo con cascabeles también estimula la audición.

Cuña. Favorece el contacto visual con otras personas, el control de la cabeza boca abajo y boca arriba, el apoyo en antebrazos boca abajo, una posición cómoda acostado de lado, una buena postura sentado, el rodar, el arrastre, el gateo y la marcha. El tamaño depende del uso que se le vaya a dar. El forrarla con diferentes colores y texturas favorece la sensopercepción visual y táctil.

Sonaja. Estimula la atención y el seguimiento visual, la localización de la fuente sonora y el seguimiento auditivo, el olfato y el gusto; también la prensión de objetos con la palma de la mano y la coordinación ojo-mano, dependiendo del tamaño, color, forma y sonido de la sonaja.

Cascabeles con resorte. Favorecen el descubrimiento de las manos y los pies, ya que verse los pies exige un mayor esfuerzo abdominal y una gran movilidad corporal; también la localización del sonido, el seguimiento auditivo, la atención y seguimiento visual.

Texturas hechas en casa. Materiales como los frijoles, la gelatina, la masa ayudan a la percepción global del cuerpo del niño.

Silla pequeña. Propicia el contacto visual con otras personas; el niño puede observar de frente el rostro de la mamá cuando le habla o le canta y colocar sus manitas










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